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La cámara Gesell

    29/11/2016 | esencial para que los chicos declaren sin miedo Nota del Diario La Nación 19/09/2016

La cámara Gesell

    29/11/2016 | esencial para que los chicos declaren sin miedo Nota del Diario La Nación 19/09/2016

La cámara Gesell

    29/11/2016 | esencial para que los chicos declaren sin miedo Nota del Diario La Nación 19/09/2016

Vanesa Listek - Nota publicada por Diario LA NACION - LUNES 19 DE SEPTIEMBRE DE 2016


Dos habitaciones contrastantes divididas por un vidrio grueso templado son el escenario ideal para cobijar el relato de una víctima menor de edad. De un lado, la sala de control, con paredes oscuras y sillones negros, donde las partes del proceso penal son espectadores de lo que se ve y se dice del otro lado: una habitación luminosa con piso de colores, juegos y muebles de madera laqueados en blanco, un lugar cálido en el que un psicólogo escucha y ve qué dice y hace un chico.


Los menores de 16 años que han sido víctimas de abusos sexuales, como en el caso del falso entrenador de fútbol de Saavedra, deben dar su testimonio en una cámara Gesell. La Procuración General de la Nación cuenta con la más moderna del país, con instalaciones adaptadas a los protocolos internacionales formulados por Unicef. "Es clave que los menores no sean revictimizados, por eso, se graba solamente una vez el testimonio", explicó a LA NACION la coordinadora de la Dirección de Orientación, Acompañamiento y Protección a Víctimas (Dovic), Malena Derdoy.


Antes de tomar la declaración, la psicóloga asignada -del Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema- debe hablar con el fiscal del caso y con el defensor del imputado para consolidar las preguntas que interesan a las partes. Durante la sesión, la profesional cuenta con una computadora dentro de la cámara; a través de un chat interno puede corroborar si desde la sala observadora quieren profundizar sobre un tema o repreguntar.


Desde que se creó la Dovic, el 4 de agosto de 2014, hubo 860 chicos y adolescentes que prestaron declaración en la cámara Gesell de la Procuración. "Los protocolos internacionales recomiendan que el testimonio sea tomado hasta tres días después de radicada la denuncia. Pero en la Argentina los niños pueden tardar hasta dos años en prestar declaración", señaló Derdoy. Agregó que, pasado tanto tiempo, los menores pueden reprimir lo sufrido y, por eso, les cuesta poner en palabras los hechos.


El valor probatorio de lo que se dice en la cámara es preponderante. Sin embargo, en la hora que suele durar la sesión no siempre se pretende que el menor cuente a alguien que no conoce una situación muy dolorosa. "Sería elemental que se incluyan dentro de las causas todos los testimonios que han contado los niños a sus adultos referentes (madre, abuela, médica o psicóloga)", indicó Derdoy.


La cámara Gesell de la Procuración incorporó tres cambios innovadores: cuenta con un doble acceso, para garantizar que el imputado -que puede estar presente durante el testimonio-, no se cruce con la víctima. Mientras los chicos esperan para declarar pueden jugar en un cuarto adaptado, con una casita de juegos, mesas con libros para pintar y muchos cajones de juguetes, y donde, además, se les ofrece una merienda, con el objetivo de reforzar la contención. Finalmente, luego del testimonio, se entrega un DVD de lo grabado a cada una de las partes presentes en la sala.


"Unicef avala que el niño entre en la cámara con su madre, ya que a veces son menores de 5 años, que ante el desconocimiento del lugar y el temor de relatar hechos traumáticos pueden necesitar el acompañamiento de un adulto de confianza", explicó Derdoy. En la Argentina, sin embargo, no se permite la entrada de una figura referente. Este punto se apoya en el Síndrome de Alineación Parental (SAP), que dice que la madre influencia el relato del niño. "El SAP es una herramienta de la defensa para garantizar la impunidad del acusado; no es un síndrome corroborado", sostuvo Derdoy.

Vanesa Listek - Nota publicada por Diario LA NACION - LUNES 19 DE SEPTIEMBRE DE 2016


Dos habitaciones contrastantes divididas por un vidrio grueso templado son el escenario ideal para cobijar el relato de una víctima menor de edad. De un lado, la sala de control, con paredes oscuras y sillones negros, donde las partes del proceso penal son espectadores de lo que se ve y se dice del otro lado: una habitación luminosa con piso de colores, juegos y muebles de madera laqueados en blanco, un lugar cálido en el que un psicólogo escucha y ve qué dice y hace un chico.


Los menores de 16 años que han sido víctimas de abusos sexuales, como en el caso del falso entrenador de fútbol de Saavedra, deben dar su testimonio en una cámara Gesell. La Procuración General de la Nación cuenta con la más moderna del país, con instalaciones adaptadas a los protocolos internacionales formulados por Unicef. "Es clave que los menores no sean revictimizados, por eso, se graba solamente una vez el testimonio", explicó a LA NACION la coordinadora de la Dirección de Orientación, Acompañamiento y Protección a Víctimas (Dovic), Malena Derdoy.


Antes de tomar la declaración, la psicóloga asignada -del Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema- debe hablar con el fiscal del caso y con el defensor del imputado para consolidar las preguntas que interesan a las partes. Durante la sesión, la profesional cuenta con una computadora dentro de la cámara; a través de un chat interno puede corroborar si desde la sala observadora quieren profundizar sobre un tema o repreguntar.


Desde que se creó la Dovic, el 4 de agosto de 2014, hubo 860 chicos y adolescentes que prestaron declaración en la cámara Gesell de la Procuración. "Los protocolos internacionales recomiendan que el testimonio sea tomado hasta tres días después de radicada la denuncia. Pero en la Argentina los niños pueden tardar hasta dos años en prestar declaración", señaló Derdoy. Agregó que, pasado tanto tiempo, los menores pueden reprimir lo sufrido y, por eso, les cuesta poner en palabras los hechos.


El valor probatorio de lo que se dice en la cámara es preponderante. Sin embargo, en la hora que suele durar la sesión no siempre se pretende que el menor cuente a alguien que no conoce una situación muy dolorosa. "Sería elemental que se incluyan dentro de las causas todos los testimonios que han contado los niños a sus adultos referentes (madre, abuela, médica o psicóloga)", indicó Derdoy.


La cámara Gesell de la Procuración incorporó tres cambios innovadores: cuenta con un doble acceso, para garantizar que el imputado -que puede estar presente durante el testimonio-, no se cruce con la víctima. Mientras los chicos esperan para declarar pueden jugar en un cuarto adaptado, con una casita de juegos, mesas con libros para pintar y muchos cajones de juguetes, y donde, además, se les ofrece una merienda, con el objetivo de reforzar la contención. Finalmente, luego del testimonio, se entrega un DVD de lo grabado a cada una de las partes presentes en la sala.


"Unicef avala que el niño entre en la cámara con su madre, ya que a veces son menores de 5 años, que ante el desconocimiento del lugar y el temor de relatar hechos traumáticos pueden necesitar el acompañamiento de un adulto de confianza", explicó Derdoy. En la Argentina, sin embargo, no se permite la entrada de una figura referente. Este punto se apoya en el Síndrome de Alineación Parental (SAP), que dice que la madre influencia el relato del niño. "El SAP es una herramienta de la defensa para garantizar la impunidad del acusado; no es un síndrome corroborado", sostuvo Derdoy.

Vanesa Listek - Nota publicada por Diario LA NACION - LUNES 19 DE SEPTIEMBRE DE 2016


Dos habitaciones contrastantes divididas por un vidrio grueso templado son el escenario ideal para cobijar el relato de una víctima menor de edad. De un lado, la sala de control, con paredes oscuras y sillones negros, donde las partes del proceso penal son espectadores de lo que se ve y se dice del otro lado: una habitación luminosa con piso de colores, juegos y muebles de madera laqueados en blanco, un lugar cálido en el que un psicólogo escucha y ve qué dice y hace un chico.


Los menores de 16 años que han sido víctimas de abusos sexuales, como en el caso del falso entrenador de fútbol de Saavedra, deben dar su testimonio en una cámara Gesell. La Procuración General de la Nación cuenta con la más moderna del país, con instalaciones adaptadas a los protocolos internacionales formulados por Unicef. "Es clave que los menores no sean revictimizados, por eso, se graba solamente una vez el testimonio", explicó a LA NACION la coordinadora de la Dirección de Orientación, Acompañamiento y Protección a Víctimas (Dovic), Malena Derdoy.


Antes de tomar la declaración, la psicóloga asignada -del Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema- debe hablar con el fiscal del caso y con el defensor del imputado para consolidar las preguntas que interesan a las partes. Durante la sesión, la profesional cuenta con una computadora dentro de la cámara; a través de un chat interno puede corroborar si desde la sala observadora quieren profundizar sobre un tema o repreguntar.


Desde que se creó la Dovic, el 4 de agosto de 2014, hubo 860 chicos y adolescentes que prestaron declaración en la cámara Gesell de la Procuración. "Los protocolos internacionales recomiendan que el testimonio sea tomado hasta tres días después de radicada la denuncia. Pero en la Argentina los niños pueden tardar hasta dos años en prestar declaración", señaló Derdoy. Agregó que, pasado tanto tiempo, los menores pueden reprimir lo sufrido y, por eso, les cuesta poner en palabras los hechos.


El valor probatorio de lo que se dice en la cámara es preponderante. Sin embargo, en la hora que suele durar la sesión no siempre se pretende que el menor cuente a alguien que no conoce una situación muy dolorosa. "Sería elemental que se incluyan dentro de las causas todos los testimonios que han contado los niños a sus adultos referentes (madre, abuela, médica o psicóloga)", indicó Derdoy.


La cámara Gesell de la Procuración incorporó tres cambios innovadores: cuenta con un doble acceso, para garantizar que el imputado -que puede estar presente durante el testimonio-, no se cruce con la víctima. Mientras los chicos esperan para declarar pueden jugar en un cuarto adaptado, con una casita de juegos, mesas con libros para pintar y muchos cajones de juguetes, y donde, además, se les ofrece una merienda, con el objetivo de reforzar la contención. Finalmente, luego del testimonio, se entrega un DVD de lo grabado a cada una de las partes presentes en la sala.


"Unicef avala que el niño entre en la cámara con su madre, ya que a veces son menores de 5 años, que ante el desconocimiento del lugar y el temor de relatar hechos traumáticos pueden necesitar el acompañamiento de un adulto de confianza", explicó Derdoy. En la Argentina, sin embargo, no se permite la entrada de una figura referente. Este punto se apoya en el Síndrome de Alineación Parental (SAP), que dice que la madre influencia el relato del niño. "El SAP es una herramienta de la defensa para garantizar la impunidad del acusado; no es un síndrome corroborado", sostuvo Derdoy.

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