La explotación sexual infantil, que tiene múltiples manifestaciones, es una gravísima violación a los derechos fundamentales de los niños, niñas y adolescentes, a su integridad sexual y a un normal desarrollo de la misma. El abuso sexual infantil en representaciones digitales derivadas es una de sus expresiones ya que es el registro del abuso sexual a una persona menor de edad, lo que implica un daño tanto físico como emocional sufrido en pleno desarrollo, afectación que no sólo padece por la perpetración del abuso y su consecuente registro, sino que además, podría acarrear consecuencias a largo plazo propias del abuso en sí y como consecuencia del hecho de continuar circulando la imagen de la persona menor de edad en Internet.

En Argentina específicamente es delito financiar, ofrecer, comerciar, publicar, facilitar, divulgar o distribuir por cualquier medio imágenes de niños, niñas y adolescentes en actividades sexuales explícitas o representando sus genitales con fines sexuales. La tenencia de este material para su comercialización también es delito.

También es delito la organización de espectáculos sexuales en los que participen niños, niñas o adolescentes o bien facilitar el acceso de niños, niñas y adolescentes a espectáculos sexuales y/o a material pornográfico.

El Grooming es un proceso que establece un vínculo de confianza previo con el menor y un control emocional basado en manipulaciones y engaños, incluso chantaje, con el objetivo de obtener material de contenido sexual del menor.

La explotación sexual se da cuando se promueve, facilita o comercia la prostitución ajena o cualquier otra forma de oferta de servicios sexuales ajenos; se promueve, facilita o comercia la pornografía infantil o la realización de cualquier tipo de representación o espectáculo con dicho contenido.